Aloe Vera

También recibe el nombre de sábila, acibar o áloe de Barbados. Es una especie suculenta, entre las que se podemos encontrar quinientas especies diferentes. E algunos lugares del mundo se considera una especie invasora.

Es una planta de hoja perenne, que probablemente procede de la Península Arábica, aunque crece de forma silvestre en climas tropicales, semitropicales y áridos a lo largo del planeta.

Su nombre botánico procede del árabe “Alloeh” que significa sustancia amarga brillante, y del latín, vera “verdadero”. Los pueblos árabes fueron los primeros en dominar el arte de elaborar extractos a partir de esta planta.

Tiene forma arbustiva con tallo corto de hasta 30 cm, erecto, sin rebrotes laterales. Las hojas pueden llegar a alcanzar 40-50 cm de largo por 10-15 cm de ancho en ejemplares adultos, y se disponen en forma de roseta basal.

La planta tiene hojas carnosas triangulares con bordes dentados, flores tubulares amarillas y frutos con numerosas semillas. En cada hoja encontramos tres capas:

  • Un gel interior transparente que contiene en su mayor parte agua, además de glucomananos, aminoácidos, lípidos, esteroles y vitaminas.
  • Una capa intermedia de látex que es la savia amarilla y amarga, que contiene antraquinonas y glucósidos.
  • Y la capa gruesa exterior, corteza cuya función es protectora y sintetiza carbohidratos y proteínas.

 

El Aloe vera lleva usándose por la humanidad desde hace miles de años, la primera descripción de sus propiedades la encontramos en una tablilla sumeria del año 2000 a.C. pero hay informes de dibujos de la planta en las paredes de templos egipcios desde el IV Milenio a.C.

Se han realizado numerosos ensayos clínicos y hace aproximadamente una década, la revista científica British Journal of General Practice  publicó una revisión de todos ellos, a partir de los que concluía que el Aloe Vera resultaba eficaz para el tratamiento utópico de herpes genital masculino y psoriasis tipo placa leve-moderada.

Sus propiedades son numerosas, aquí nombramos algunas:

Hidratante, tonificante, emoliente, cicatrizante, desinfectante, antiinflamatorio, astringente, antialérgico, antifúngico, colerético, laxante, purgante…

BENEFICIOS

  • Regula los niveles de glucosa, enfatiza la actividad hipoglucemiante e hipolipemiante del sistema endocrino y, además, también controla el colesterol en sangre.
  • Favorece la digestión
  • Afecciones de la piel como quemaduras, heridas, congelación, erupciones cutáneas, picaduras de insectos…
  • Tratamiento de la alopecia
  • infecciones bacterianas y fúngicas de la piel
  • LES (Lupus Eritematoso Sistémico)
  • Artritis
  • Alivia el dolor, sus propiedades analgésicas e inhibidoras permite que el aloe vera tenga beneficios respecto al control del dolor y malestar. Al bloquear las fibras nerviosas periféricas de tal manera que no permiten pasar las molestias. El aloe también produce ácido salicílico, que contiene una gran capacidad antiinflamatoria.

CÓMO USARLO

Una vez hayamos cortado la hoja más externa de la planta, que será la más vieja y carnosa, hacemos un corte horizontal en la parte de la base, y la dejamos en vertical, en agua o en seco, para que vaya expulsando el látex del aloe, la aloína.

La aloína es una sustancia líquida de color amarillento, no es venenosa, pero sí agresiva.

La aloína puede causar reacciones en pieles sensibles, ingerida es muy laxante, y puede irritar el colon y el estómago, hasta el punto de que puede causar úlceras si se toma continuadamente en el tiempo.

  • Uso externo

Podemos abrir una hoja y extenderla directamente por la piel. Al exprimir el contenido de la hoja con los dedos aprovecharemos un pequeño trozo para aplicarlo en todo el cuerpo, es la forma más sencilla de aplicar esta planta. Como no contiene grasa, debemos tener en cuenta que su uso continuado sobre la piel puede ocasionar sequedad en el cutis.

También podemos añadirlo a aceites corporales o cremas hidratantes, para añadir sus propiedades a esos productos.

No conviene usarlo justo antes de exponerse al sol.

  • Uso interno

Una vez hemos pelado la hoja, y ya sin aloína, podemos cortar un trozo e ingerirlo. Podemos ingerirlo directamente, o si queremos evitar el sabor amargo añadirlo a zumos naturales, yogures o miel.

Es aconsejable consumirlo al momento de cortarlo. También se puede preparar y conservarlo en el congelador, para usarlo cuando lo necesitemos.

No se aconseja mezclarlo con bebidas calientes, ya que pueden estropear las vitaminas.

 

Su efecto será muy diferente si lo tomamos dos o tres veces al día durante cuatro o seis semanas, que si lo tomamos sólo puntualmente.

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